lunes, 22 de septiembre de 2014

Sendero

Me ofrecieron una cucharada de verdad emocional y precisa.
Me la tragué con ironía socióloga,
y me dieron arcadas,
arcadas fuertes y penetrantes...
algo así como comer una hoja de eucalipto.
Y comprendo por qué me rehúso a aparearme con mis pares, como un erizo,
(nótese aparear como sinónimo de juntar);
huyo por impreciso.

Observo frío pero adentro.
Mis ojos piensan en como piensas.
El hilo es tan fino que apenas puedo atar un nudo,
además de que son invisibles al ojo humano;
solo un diablo puede captar tanta tensión.

¿Cómo embellezco mi jardín,
si me dedico a puro ver crecer las flores?
Y eso que las plantas no dan frutos.

Repudio entonces el sentimiento exacto y el espacio vacío,
defínase éstos como relaciones profundas y silencios incómodos.
No soy capaz de existir dentro de algo que me logra controlar,
quizás por insensibilidad,
o por miedo a lo real.
Eso sí aún creo en la palabra comunidad.
¿Cómo fusionar individuo, silencio, conciencia, comunidad e inconformidad?
La jungla que he dejado crecer me va a tragar.

Además me repugna la palabra directa,
aunque juego con ella;
es la verdad irónica de la verdad pura... 
¡Ah, verdad! No existe,
como tampoco existe un cuerpo para tanta visión.
¿Y si ocupo el método científico?
Planteamiento de una pregunta:
más que realizado (estoy exhausto).
Hipótesis:
ya perdí la cuenta (por eso escribo).
Observación:
... ahí me quedé pegado (aweonao).

No hay ruta directa para una verdad.
Y además de que no es directa,
se llena siempre de polvo y agujeros,
no tiene carteles,
y los lugareños son analfabetos.
¿Cómo preocuparse de lo exacto,
si hasta lo exacto es impreciso?
Mi voz ya es vidrio,
mi lápiz es otra ruta.

Ruta sinuosa, silenciosa,
con lindos paisajes,
pero con puentes en mal estado.
Si llegas al hotel a la mitad del camino,
considera quedarte un par de días.
Aunque se vea complejo y ruidoso en el interior,
la verdad es acogedor.
Esperemos en mi pieza mientras arreglan la vía,
si es que la llegan a arreglar.
Y si no la arreglan, construyamos un sendero.
Colocaremos árboles, bancos para el cansado,
canastos de fruta, y hasta un paraguas para el empapado.
Yo sólo espero acá sentado,
en un remoto lugar de mi camino ciego.
A ver si observas mas de lo que se ha visto,
en una de esas encuentras mi casucha,
y me ayudas, después de tomar un café,
a seguir recorriendo el sendero.
Estoy seguro que hallaremos algo nuevo.

Autor: Lobo Lunar

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