domingo, 28 de septiembre de 2014

La piel que deseo es la tierra entera

con sus cabellos de acuarela para pintar 

unos labios sonrientes.

Esa tierra que anhelo se eleva imposible 

a los ojos del hombre

lejos de su imaginación

y su poesía hiere mortal, sin dejar espacio

apenas para cielo alguno.

Porque la tierra es vasta en sus parajes,

donde es ínfima para lo infinito,

hipérbole para mañana,

suficiente e imprescindible para arrancar

aquel bello cielo que quiero.

Y así cuando llores de júbilo, llueva sobre las hojas de mi tierra y se inunde 

desde mis pies hasta mi garganta. Y ese único grito que quede sea de 

felicidad.

Autor: Nicolás Maturana

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