Ya ni entiendo por qué continúo,
si puedo estar mejor,
si soy capaz de no hacerme daño.
Pero las jaulas siguen imbatibles,
surcando esporádicamente en mis recuerdos,
como aquella ballena solitaria y eterna.
Ese eres tú,
esa es tu fotografía en mi memoria,
impresión ardiente y sedante.
Ya no te quiero querer,
pero tu ser reaparece como un fantasma
que consigo acarrea la niebla que corroe mi alma.
Se pierden tantas cosas:
el ritmo, el pulso, la concentración;
el amor y el odio danzan a la son de una sola canción.
Palpitante e inflamable habita el odio
en un recoveco de mi alma naufraga,
gritándole a la brisa de la tuya, pues ésta habita en mí.
Y junto a él se fusiona el amor
incontenible, inaludible,
incontrolable, infinito.
Me doy cuenta que tu mirada es el fulgor asesino,
y al mismo tiempo es el deseo...
deseo que tus fotografías se desvanezcan para siempre ésta mañana de otoño.
Autor: Lobo Lunar
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